Reseña: Bajo la misma estrella

Sé que varios libros de John Green tienen película, pero ninguna me ha llamado suficientemente la atención como para sentarme a verla. Sin embargo, hacía tiempo que quería leer algo suyo y Elena, la Trotamundos, me recomendó éste por encima de otros. Así que lo compré y lo abandoné en mi estantería. (Es como un síndrome de Diógenes pero únicamente con libros. Tengo ahora tantos que me cuesta decidir qué leer).

Pero al lío. Me iba de vacaciones 4 días y yo soy de las que disfrutan del mar sentada bajo la sombrilla y leyendo. Así que no quería llevarme un libro gordo ni de lectura pesada. Y sé que tengo otros de temática más positiva, pero el cuerpo me pedía éste y lo metí en la maleta.

14762463Sinopsis: A Hazel y a Gus les gustaría tener vidas más corrientes.
Algunos dirían que no han nacido con estrella, que su mundo es injusto. Hazel y Gus son solo adolescentes, pero si algo les ha enseñado el cáncer que ambos padecen es que no hay tiempo para lamentarse, porque, nos guste o no, sólo existe el hoy y el ahora. Y por ello, con la intención de hacer realidad el mayor deseo de Hazel -conocer a su escritor favorito-, cruzarán juntos el Atlántico para vivir una aventura a contrarreloj, tan catártica como desgarradora.
Destino: Amsterdam, el lugar donde reside el enigmático y malhumorado escritor, la única persona que tal vez pueda ayudarlos a ordenar las piezas del enorme rompecabezas del que forman parte…

No tiendo a querer leer libros con temática sobre el cáncer porque me pone muy triste. Se suele dignificar e idealizar al luchador, como si fuera imparable, invencible; incluso si ya ha perdido la batalla. Por eso la forma de narrar de Hazel me atrapó, porque plasma su realidad sin florituras ni metáforas. Va a morir, y por eso usa esa mordacidad y ese humor tan negro.

El comienzo me gustó, al igual que el personaje de Hazel. Tan irónica y frágil, tan sincera. No esperaba que ahondara tanto en sus sentimientos, en su depresión. No sabía que iba a sentir tanta empatía con sus ganas de estar sola, viendo una película o una serie, leyendo, apartándose del mundo. Porque explica claramente lo que es la depresión, y que no es estar tumbada en el sofá llorando todo el día. Es salir, quedar, reír, enamorarte, pero, de alguna forma seguir vacía.

Aunque las primeras páginas me dejaron un poco fría porque aparece un instalove.  Entonces recordé que este quizá fuera un libro para adolescentes, porque no sabía hacia dónde mirar y a quién culpar de esto. Hazel me hablaba de lo que era tener cáncer, de que sus pulmones no le funcionaban, de que no tenía fuerzas de hacer nada, de que sabía que iba a morir en poco tiempo… y entonces aparece el chico que también se prenda de ella en el minuto 1 y se aman.

A pesar de que fuera eso lo que pareciera, y de que mi voz interna me gritaba que era claramente un cliché, fue apaciguándose porque me recordé a mí con 16 años y razoné que era perfectamente posible esa atracción. Son dos adolescentes que han luchado y han sufrido, que su enfermedad les ha hecho madurar de golpe, pero que no dejan de ser adolescentes. Y que yo también me enamoraba e imaginaba una vida entera con alguien a quien aún ni sabía su nombre. Además, a pesar de la rapidez en la atracción, conforme avanza la trama, no te encuentras con un romance empalagoso y doloroso. En realidad es casi como que  se va cociendo a fuego lento lo que sienten y se afianza con cierta velocidad. Pero, en realidad, es que no les queda tiempo. Y, quitando aquel cliché del instalove, que ya digo que se va desarrollando poco a poco, el resto te introduce tanto en la historia, que hay amor que te hace sonreír muchísimo y dolores que son indescriptibles.

He adorado con todas mis fuerzas el humor en los diálogos. Esa ironía tan marcada, el hablar sin filtros, la sinceridad extrema que te da haber asumido una situación. Es terrible, pero es impresionante.

La trama del escritor y el viaje a Ámsterdam me enganchó. No sé por qué me imaginaba al escritor como Vernon Dudley, un ser despreciable por cierto (el escritor). Hazel es el único libro que relee y relee dado que se siente identificada con cada palabra de la protagonista. El hecho de viajar es para pedirle al escritor que le cuente cómo sigue la historia de algunos de los personajes, ya que la novela acaba abruptamente. No haré ningún spoiler de esto, pero el viaje me pareció genial para afianzar sentimientos. Y hay un momento en que te romperá el corazón de pronto, sin avisarte, porque la vida es así. Llega antes de lo que esperas.

La relación con sus padres me pareció preciosa y también me produjo sentimientos encontrados. Hazel no quiere que sus padres dejen de ser padres porque ella muera. No quiere que pierdan ese apelativo tan bonito porque no tengan ya una hija. Quiere que sigan, que tengan sueños, que la sobrepasen, que vivan. Que no tengan ese recuerdo que les impida seguir. Lo atentos que son con ella, cómo la cuidan, cómo la protegen. Me sentí muy identificada. Esa cercanía, esa manera de tragarse los malos sentimientos y pensamientos por ella me pareció tan valiente.

Otro de los temas que trata el libro es el dejar huella, el miedo de irte y no haber hecho nada para que te recuerden. Creo que al final todos ansiamos ese momento de éxito, ese destello que nos diga que estuvimos aquí y que hicimos algo grande.

He aprendido con este libro. Me ocurre siempre que leo sobre algo que, por fortuna, no me ha tocado de cerca, como me pasó con Seré Frágil, de Beatriz Esteban. Todos tenemos un visión tan general y alejada de lo que son las enfermedades ya sean mentales o físicas, que cuando leo algo que se sumerge en el núcleo del problema, que te lo cuenta sin censuras, que habla de su entorno y de cómo es su vida y lo que siente, me deja sin aliento. Me plantea una realidad tan marcada que me hace abrir los ojos ante todo lo que no sé, lo que no sabemos. Porque de alguna forma estoy sensibilizada con algunas cosas, pero se me escapan mil más.

Este libro tiene mis 9 escobas.

¿Qué libro os ha abierto los ojos ante una determinada situación?

Deja un comentario