Reseña: La loca de la casa

Debo agradecer a mi hermana su curiosidad porque a veces da con joyas como esta y piensa en mí. Gracias por prestármelo indefinidamente. 

45586Sinopsis: Este libro es una novela, un ensayo, una autobiografía. La loca de la casa es la obra más personal de Rosa Montero, un recorrido por los entresijos de la fantasía, de la creación artística y de los recuerdos más secretos. Es un cofre de mago del que emergen objetos inesperados y asombrosos. 

La autora emprende un viaje al interior en un juego narrativo lleno de sorpresas. En él se mezclan literatura y vida en un cóctel afrodisíaco de biografías ajenas y autobiografía novelada. Y, así, descubrimos que el gran Goethe adulaba a los poderosos hasta extremos ridículos, que Tolstoi era un energúmeno, que Montero, de niña, fue una enana, y que, con veinte años, mantuvo un estrafalario y desternillante romance con un famoso actor. Pero no deberíamos fiarnos de todo lo que la autora cuenta sobre sí misma: los recuerdos no son siempre lo que parecen.

Un libro sobre la fantasía y los sueños, sobre la locura y la pasión, sobre los miedos y las dudas de los escritores, pero también de los lectores. La loca de la casa es, sobre todo, la tórrida historia de amor y salvación que hay entre Rosa Montero y su imaginación.

Ha sido un descubrimiento tan grato de encontrar que no he podido hacer otra cosa que disfrutarlo a sorbitos. Sus capítulos no ocupan más que cinco o seis páginas y se leen muy rápido. Pero yo no quería eso, porque desde que leí los primeros párrafos me enamoré de su escritura. Pero total y pérdidamente. Y por eso leía muy poquito en días alternos.

Fijaos si me ha gustado que al final lo he llenado de pos-its. Yo, que soy la anti-ponerle-cosas-a-los-libros. Pero quería compartir con vosotros algunos de sus párrafos porque habla de la escritura, de su experiencia como autora y creadora de historias. Y me he sentido tan identificada con todo lo que iba contando que no he podido evitar compartir aquí lo que he sentido como mío. Porque al final el mundo del escritor es compartido por otros lunáticos que ven los mismos mundos que nosotros imaginamos. Las historias que creemos como ciertas pero que solo están en nuestras cabezas. Porque la loca de la casa, como dice Santa Teresa de Jesús, es la imaginación.

Podéis asumir ya que tiene 10 escobas.

Voy a dividirlo por temas para poder opinar también, porque comparto todo lo que dice:

  • Cosas de escritores

«El escritor siempre está escribiendo […] He redactado muchos párrafos, innumerables páginas, incontables artículos, mientras saco a pasear a mis perros […] En ocasiones redacto mentalmente la frase perfecta, y a lo peor, si no la apunto a tiempo, luego se me escapa de la memoria […] Las palabras son como peces abisales que sólo te enseñan un destello de escamas entre las aguas negras. Si se desenganchan del anzuelo, lo más probable es que no puedas volverlas a pescar».

Muchas veces me ha pasado que, en medio de la noche, de clase, del trabajo, de un cine, me ha surgido una idea para una escena, un relato o un libro entero, y al igual que cuenta Rosa, si no lo apuntas en el momento, desaparece para no volver jamás. Por eso me he acostumbrado a llevar una libreta a cualquier lado. Nunca se sabe cuándo surgirá la inspiración. Y me ocurre lo mismo en la ducha, es un lugar donde los diálogos se suceden y creo escenas completas. ¿Será coincidencia que cuando no estamos en la labor de escribir, es cuando nuestro cerebro se pone en marcha? Qué paradójico. La loca de la casa va a estar loca de verdad.

«Durante el largo periodo de ejecución vives a medias entre tu existencia real y la imaginaria, entre tu cotidianeidad y la novela; pero, a medida que avanzas en el trabajo, la esfera de lo narrativo se va apropiando de un mayor espacio […] En realidad, el fenómeno se parece más a una inundación: la novela crece y crece hasta anegar el territorio de lo real».

En mi vida, he tenido la suerte de haber escrito tres novelas. La primera con 15 años, la segunda con 17 y la tercera a los 23. Y es cierto que es absorbente el momento de ponerse a escribir. Y diría aún más, la sensación de que aquellas historias existen, es tan real que vives perennemente rodeada de ellas. De otras versiones, de más datos sobre los personajes, de diálogos… Supongo que uno nunca acaba de escribir un libro. Las posibilididades son tan infinitas como la vida misma. Y aún más, pues la imaginación te aporta más margen de acción.

«De modo que escribir novelas es una actividad increíblemente íntima, que te sumerge en el fondo de ti mismo y saca a la superficie tus fantasmas más ocultos. ¿Cómo no va a sentirse frágil el escritor, después de tan desaforado exhibicionismo?»

En un artículo de Gabriella Campbell, ella misma reconocía que le encantaba leer entre líneas para descubrir las debilidades, miedos u obsesiones de los escritores (si pincháis en el nombre, os lleva al artículo. Lo dice en el último punto). Supongo que es prácticamente imposible no dejar algo tuyo en cada una de las cosas que escribes. Vivencias, gustos, sueños, fobias… Al fin y al cabo, somos contadores de historias, las personas por naturaleza tienden a compartir sus experiencias.

«Quiero decir que escribimos en la oscuridad, sin mapas, sin brújula, sin señales reconocibles del camino. Escribir es flotar en el vacío«.

Yo soy escritora de brújula. Comprendo tanto esta frase. Aunque más bien se refiere al hecho de la incertidumbre. El «ya he acabado de escribir, ¿y ahora qué?». Nunca sabes si eso a lo que le has dedicado tantísimas horas, lo leerá alguien más o se quedará en el baúl del olvido. Si aquel trocito de ti, tan querido y sufrido, tendrá algún valor para alguien más.

«El oficio literario es de lo más paradójico: es verdad que escribes en primer lugar para ti mismo, para el lector que llevas dentro, o porque no lo puedes remediar, porque eres incapaz de soportar la vida sin entretenerla con fantasías; pero, al mismo tiempo, necesitas de manera indispensable que te lean; y no un solo lector […] sino más personas, muchísimas más […] porque nuestra hambruna de lectores es una avidez profunda que roza la locura y que siempre me ha parecido muy curiosa. A saber de dónde saldrá esa necesidad absoluta que nos convierte a todos los escritores en eternos indigentes de la mirada ajena».

No tengo más que decir aquí. Es algo que yo tampoco llego a comprender más allá de que buscamos lo que todo el mundo busca: la aceptación y el reconocimiento.

«La literatura es una facilidad innata y una dificultad adquirida«, frase de los hermanos Goncourt. En la que la autora se explica: «Todos los novelistas que conozco son personas que han tenido una facilidad innata para escribir; y todos los novelistas que me interesan han luchado toda su vida contra esa facilidad. La construcción de la propia obra es un constante esfuerzo por escribir desde la frontera de lo que no sabes».

En el último capítulo, Rosa indica que escribir es salir de uno mismo para hablar del mundo, que se debe diferenciar la voz del narrador de la del autor. Que los jóvenes escribimos sobre nosotros mismos, y los que están más curtidos por los años, lo hacen sobre los demás. Y pienso que esto se debe a que de jóvenes luchamos contra nosotros, contra nuestra realidad, contra nuestro propio yo. Contra algo que nos cuesta entender. Pero conforme pasan los años, logramos aceptarnos y nos interesan los demás, ya que la fauna humana es muy variada y tremendamente confusa.

  • Relación hermana-hermana

Hay una cosa muy curiosa que le ocurre a Rosa, y es que a su hermana la describe como la hacedora, mientras que ella es la creadora de palabras. Y notas esa ligera envidia por debajo de sus frases, esa admiración por ella dado que ha hecho tantas cosas. En cierto modo todas nos comparamos. Ella dice que es una junta-letras, sin más. Mientras que tiene mil palabras para definir cada uno de los logros de Martina. Con el tiempo no sé si conseguimos superar esa devaluación que nosotros mismos nos imponemos, que somos menos que este o aquel. Cuesta ver lo que realmente vales. Pero porque vemos desde una realidad extraña, la subjetividad es complicada de descifrar. Aunque creo firmemente que uno acaba por darse cuenta de que no sirve de nada compararse si no es para mejorar.

Cuando hay buena relación entre hermanos, supongo que al final, cuando creces, todo eso en lo que ha destacado (y por lo que alguna vez notaste ese escozor de envidia) no lo tienes tan presente, aunque sí va flotando en el océano de los recuerdos. Queda en esa superficie sin llegar a hundirse. Porque las relaciones son así, no solo la quieres, no solo la respetas. Todo lo que has sentido por alguien queda amontonado en la mente, haciendo que no puedas sentir una única cosa por cada persona. Y no es nada malo, simplemente intento explicar lo complejo de una relación y la de cosas maravillosas que deben de aglutinarse para que siga hacia delante y sea una relación feliz (como lo es la mía con mi hermana).

  • La muerte

«Los novelistas, escribanos incontinentes, disparamos y disparamos palabras sin cesar contra la muerte, como arqueros subidos a las almenas de un castillo en ruinas. Pero el tiempo es un dragón de piel impenetrable que todo lo devora».

«Puesto que nuestras existencias son un cuento que nos vamos contando a medida que crecemos, adaptándolo y cambiándolo según las circunstancias, fastidia pensar que la versión final de ese relato va a ser redactada por los demás».

«Sigo pensando que escribir te salva la vida. Cuando todo lo demás falla, cuando la realidad se pudre, cuando tu existencia naufraga, siempre puedes recurrir al mundo narrativo».

Soy una firme creyente de esta última frase. Porque lo he vivido en mis carnes. Porque en cuanto a creatividad, mi fuerte han sido las palabras. Mi medio de expresión, la única manera de evasión. Me ha calmado plasmar lo que sentía en un momento triste, y me ha servido para inmortalizar otro alegre. Pero definitivamente es en los momentos de oscuridad cuando más presente se hace. Para mí es un flotador que me ha salvado miles de veces.

«Así se van perdiendo los días y la vida, en el despeñadero de la desmemoria. La muerte no solo te espera al final del camino, sino que también te come por detrás».

«[…] pienso que tal vez la imaginación compita contra la memoria para apoderarse del territorio cerebral. Puede que uno no tenga cabeza suficiente para ser al mismo tiempo memorioso y fantasioso. La loca de la casa, inquilina hacendosa, limpia los salones de recuerdos para estar más ancha».

Esta última reflexión se refiere a olvidar, y yo soy mucho de eso. Soy más fantasiosa que memoriosa. Aunque Rosa no le da demasiada importancia a eso de olvidar, ya que la loca de la casa, la voz más importante de un escritor, necesita más espacio y por eso borra recuerdos, dado que la imaginación necesita hueco para expandirse. Y es que, al final, de una u otra manera, la muerte nos acecha por todos lados. Supongo que aunque querramos escondernos tras nuestros escritos, siempre aparece por algún sitio porque es algo que irremediablemente llega y nos obsesiona que lo haga.

  • Feminismo

Creo que este es mi punto favorito.

«Para empezar[…]: no, no existe una literatura para mujeres. Uno puede hacer la prueba de leerle a otra persona fragmentos de novelas, y estoy segura de que el oyente no atinará con el sexo de los autores más allá del mero acierto estadístico. Una novela es todo lo que el escritor es […] Pero eso, el sexo, no es más que un ingrediente entre muchos otros».

Aquí nombra más adelante a las esposas de escritores, siempre a la sombra de los más grandes. Ocupándose de ellos, cuidándolos, alimentándolos, leyendo sus escritos, consolándolos, queriéndolos, adorándolos… Sin embargo, ahora que ya hay mujeres escritoras de renombre, no se toma en consideración al esposo de escritora. ¿No va a nacer ese nuevo rol porque era algo puramente femenino? Vaya.

«Cuando una mujer escribe una novela protagonizada por una mujer, todo el mundo considera que está hablando sobre mujeres; mientras que cuando un hombre escribe una novela protagonizada por un hombre, todo el mundo considera que está hablando del género humano».

«Lo más probable es que yo tenga mucho más que ver con un autor español, varón, de mi misma edad y nacido en una gran ciudad, que con una escritora negra, sudafricana y de ochenta años que haya vivido el apartheid. Porque las cosas que nos separan son muchas más que las que nos unen».

Poco tengo que aportar ante estas verdades. Y aún sigue, con el que debo reconocer que es el fragmento que más me ha impresionado dado que no había pensado en ello hasta ahora:

«Sólo un ejemplo más: la menstruación. Resulta que las mujeres sangramos de modo aparatoso y a veces con dolor todos los meses, y resulta que esa función corporal, tan espectacular y vociferante […] es silenciada y olímpicamente ignorada en nuestra cultura. Si los hombres tuvieran el mes, la literatura universal estaría llena de metáforas de la sangre».

Y no solo eso. No sería tabú, no habría tanto desconocimiento, no se tomaría tan a la ligera los comentarios de «ya estás en esos días del mes». Sería algo que figuraría prácticamente en cada libro. Como el comer o el dormir.


Al final me ha quedado una entrada algo larga, pero me han gustado tantos párrafos que debía compartirlos. Si eres escritor, este libro es un must. La manera que tiene Rosa Montero de escribir me ha enamorado. Sin duda, he apuntado títulos suyos para mis próximas lecturas.

Y termino con esta frase:

«Dicen que la felicidad no tiene historia. Pero sí que la tiene, lo que pasa es que cuando la cuentas suena ridícula».

¿Habéis leído algún libro de esta autora?

¿Me recomendáis alguno?

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